En un pueblo italiano, en medio de las montañas, descubrí las maravillas de la trufa, blanca y negra. Se trataba e una especie de sagra (fiestas de los pueblos italianos dedicadas a un alimento o bebida tradicional) que tenía liado a todo el pueblo. Un recorrido cortito pero acojedor por el casco antiguo con paradas para probar las bruschette (tostadas) con tartuffo (trufa) a 1 euro, acompañadas por vasitos de vino a 0,50.
Y para terminar, en la plaza del pueblo habían montado una carpa en la que podías comer dos menús, uno a basta de trufa blanca y el otro a base de trufa negra. Todo ello aedrezado con los puestecitos que vendían diferentes productos italianos como las olivas de la Puglia, los quesos y embutidos de diferentes regiones, y por supuesto todas las modalidades y combinaciones de la trufa de los Apeninos.
¡¡Una visita súper golosa!!
2 comentarios:
Me encanta la trufa y el pueblito una monada!!
Fue una gozada para la vista y sobre todo para el gusto!! :-)
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