Entre la modernidad y lo más clásico, rodeados de consumismo de multitudes que se aglomeran en los puntos más turísticos o más llenos de macro franquicias o pequeñas tiendecitas.
Una ciudad estupenda, en la que no vi la crisis que había leído en diferentes artículos de opinión, y la navidad me iluminó en cada calle.
Calles inspiradoras con escaparates de grandes marcas y rinconcitos con pequeños puntos de venta curiosos y por descubrir, con los museos de siempre y algunas exposiciones diferentes y más que dignas de ver.
Madrid me enamora siempre, por diferentes motivos. Esta vez, y después de vivir dos años en la caótica Roma, me enamoró por su organización, buen funcionamiento y limpieza. Incluso en el caos de los días previos a la gran nochevieja en Sol, Madrid estaba limpia y ordenada. ¡Estupenda!
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