Fue una de las experiencias más emocionantes del viaje (y mira que hubo experiencias emocionantes). Recorriendo bosques, granjas, ríos y campos de arroz a bordo de un pariente de Dumbo al que malcriamos durante unas horas a base de plátanos y cañas de azúcar.
Fue otro elefante de la manada el que me acercó la trompa en plan gracioso y yo, que soy muy vacilona, de di uno de nuestros plátanos. En cuanto me descuidé su trompa rebuscaba entre mi cámara de fotos y mi camiseta hasta que encontró las dos bolsas llenas de provisiones para nuestro elefante y nos las arrebató de las manos en un abrir y cerrar de ojos.
Él se pegó un festín, y nosotros tuvimos que comprar más plátanos en el siguiente "autogril elefantil".
Os recomiendo al 100% esta experiencia en Tailandia.
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