Bienvenidas las flores

La primavera ha llegado a Roma, y para celebrarlo cogimos la moto y nos fuimos a descubrir otro barrio más de esta gran ciudad: I Parioli. Para que os hagáis una idea, aquí a los "pijos" los llaman "pariolini".

En lo alto de una de las muchísimas colinas de la ciudad eterna se esconde este barrio de clase alta con casas alucinantes, balcones inmensos llenos de flores y muchos cochecitos de esos que me dan tanta risa, esos que se pueden conducir solo con el carnet del ciclomotor. Estaba lleno de niños de 14, 15 años dentro de estos coches, se movían en manadas, 6 coches por un lado, 8 por otro, 3 aparcados en esa esquina. ¡Una cosa alucinante!

Descubrimos un parque en el que los dueños de estos juguetes se encontraban los domingos por la tarde, entre risas, patadas a un balón y caladas a sus cigarros, ninguno veía como veíamos nosotros el increíble panorama del que disfrutaban esas alturas. El atardecer en la parte nordeste de Roma con la cúpula del Vaticano de fondo y el Auditorium justo bajo de nosotros... modernidad y Roma clásica en solo un vistazo (cosa que no es tan fácil de conseguir en esta ciudad).

Fue tarea difícil llegar a "Via dei Monti Parioli", la más alta, las más escondida, y dónde se encontraban las 4 o 5 casas más impresionantes, entre casa, castillo y mansión, con vistas a Roma.

Nos despedimos de los "pariolini" y volvimos anocheciendo a nuestro querido San Lorenzo, donde los hippies con sus perros, las pintadas en los muros, las murallas romanas, las trattorias de familia y los edificios a mitad (recordando las bombas de la IIGM) nos hicieron volver a nuestra fantástica realidad.