Todo se comercializa, todo evoluciona y se convierte en un producto más. Incluso esas cosas imprevistas, irracionales y divertidas que se nos ocurrian de niños y nuestros padres nos castigaban por hacer. Ahora ya no es censurable, sino que la marca en cuestión te invita a hacerlo con su producto. En mi opinión, pierde su diversión y su encanto.
Las almohadas están bastante chulas. Y gráficamente bien pensadas. Aunque sigo prefiriendo mi almohada fofa o un buen cojín del sofá.
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